1. Imprenta

 

 

Muchos dicen que el libro ha muerto, que los dispositivos digitales de lectura van a suplantar a todas y cada una de las bibliotecas. Nosotros pensamos que de momento no, el libro está bien vivo, y gracias a la tecnología pues habrá que crear mejores libros, con mejores contenidos. La campaña publicitaria que se muestra en el vídeo intenta reírse de esos anuncios ultra-tecnológicos que en muchos casos lo que venden es humo.

Gutenberg. En Dominio Público

La historia del libro es la historia de la imprenta. Johannes Gutenberg, en torno al año 1450, adoptó una vieja fábrica de telas como el edificio donde tuvo su imprenta en Europa. En este entorno, Gutenberg apostó a que era capaz de hacer a la vez una copia de la Biblia en menos de la mitad del tiempo de lo que tardaba en copiar una el más rápido de todos los monjes copistas del mundo musulmán y que éstas no se diferenciarían en absoluto de las manuscritas por ellos. Pidió dinero a un prestamista rumano, y comenzó su reto sin ser consciente de lo que su invento iba a representar para el futuro de toda la Humanidad.

La novedad de Gutenberg, que no fue el único que por aquella época trabajaba como impresor, fue la confección de moldes en madera de cada una de las letras del alfabeto que posteriormente rellenó con hierro, creando los primeros "tipos móviles". Tuvo que hacer varios modelos de las mismas letras para que coincidiesen todas entre sí: en total, más de 150 "tipos", que imitaban la escritura de un manuscrito. Había que unir una a una las letras que se sujetaban en un ingenioso soporte, mucho más rápido que el grabado en madera y considerablemente más resistente al uso. Y a pesar del invento aquello no fue fácil porque Gutenberg se arruinó y su famosa Biblia fue terminada por el sobrino del prestamista rumano. Gutenberg, como otros tantos inventores desgraciados no disfrutó de su éxito.

La velocidad en la que la imprenta podía servir un libro generó el nacimiento del copyright, el derecho de los autores a que sus copias se difundan de manera ordenada y mediante pago al mismo, el poder de la iglesia para "controlar el conocimiento" empieza a desaparecer y se hace más evidente que es necesaria la "libertad de prensa". Esta será una de las reclamaciones de la Revolución Francesa, es decir, que si pudiéramos viajar en el tiempo veríamos las relaciones cósmicas entre el reto de Gutenberg y la declaración universal de los derechos humanos.