2.3 Acceso vs Copia
La industria discográfica ha demostrado su poca capacidad para transformarse rápidamente a los cambios en las tecnologías. No supo ver que el cambio del vinilo al CD, que con tanta pasión insertaron en el mercado, supondría una popularización de la copia digital —exacta, idéntica— y, con ella, un descenso en la cantidad de copias vendidas de cada disco.
Las redes P2P han prestado un servicio que la industria estaba desatendiendo. Como respuesta al uso masivo de estas plataformas han aparecido diferentes modelos de comercialización de la música en formato digital. Los antiguos distribuidores, encargados de transportar los discos a las tiendas, se llaman ahora agregadores, y se dedican a insertar las canciones en formato digital en diferentes plataformas que generen rendimientos.
Estos rendimientos se consiguen porque ha sido descargada mediante un pago —por lo general, 0,99 € la canción— o haya sido escuchada sin descargar —lo que se conoce como streaming— bien porque hemos hecho la intención de escuchar esa canción en concreto y no otra —bajo demanda— o porque nos ha salido aleatoriamente en una radio online. El streaming genera rendimientos bien porque tiene usuarios premium que pagan por un servicio de mayor calidad o porque son gratuitos pero se acompañan de publicidad.
Los artistas se plantean si en el actual cambio de modelo de negocio podrían vivir de los rendimientos de la música escuchada por streaming en servicios como Spotify. Un dato significativo: en el año 2009, un millón de escuchas de la canción Poker face de Lady Gaga en Spotify le reportó 113 euros.